
La Capilla Sixtina es uno de los más famosos tesoros artísticos de la Ciudad del Vaticano, construída entre el 1471 y el 1484. El nombre por el que es conocida proviene del Papa Sixto IV(quien mando a construirla)aunque inicialmente se llamó Capilla Palatina.
Se encuentra a la derecha de la Basílica de San Pedro y es conocida en todo el mundo por ser la sala en la que se celebra el cónclave( reunión en la cual los obispo del mundo eligen al nuevo Papa) y otras ceremonias oficiales como las coronaciones papales, pero originalmente servía como capilla al interior de la fortaleza vaticana.
También es muy famosa por la espléndida colección de frescos ( pinturas realizadas sobre una superficie cubierta con una delgada y suave capa de yeso, en la cual se va aplicando cal apagada y cuando la última capa está todavía húmeda, se pinta sobre ella. Al secarse la cal, los pigmentos quedan integrados químicamente en la propia pared, por lo que su durabilidad se vuelve muy alta).
En su decoración trabajaron algunos de los más prestigiosos artistas del renacimiento italiano. Sandro Botticelli fue llamado en 1481 para realizar los frescos titulados Las pruebas de Moisés, El castigo de los rebeldes y La tentación de Cristo. Domenico Ghirlandaio pintó entre 1481 y 1482 la Vocación de san Pedro y de san Andrés. En 1481 Perugino recibió el encargo de realizar una serie de frescos, entre los que se encuentra la mejor obra de su primera época: Cristo entregando las llaves a San Pedro. En 1482, Cosimo Rosselli viajó a Roma en compañía de su discípulo, Piero di Cosimo, para trabajar en Capilla Sixtina. Pinturicchio también intervino en la decoración como ayudante de Perugino.
En 1505, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel la decoración de la bóveda. Desde 1508 hasta 1512, el artista florentino realizó algunas de las más exquisitas imágenes de toda la historia del arte, entre las que sobresalen las nueve escenas del libro del Génesis, comenzando por la Separación de la luz y las tinieblas y prosiguiendo con Creación del Sol y la Luna, Creación de los árboles y de las plantas, la Creación de Adán, Creación de Eva, El pecado original, El sacrificio de Noé, El diluvio universal y, por último, La embriaguez de Noé. Entre 1536 y 1541 pintó el fresco del Juicio Final, que decora el lienzo mural situado tras el altar. A ambos lados de Cristo, situado en el centro de la composición, están las almas que ascienden al cielo y los condenados que descienden al infierno. Una década después, el papa Pío V encargó al pintor Daniele da Volterra cubrir las desnudeces de las figuras de Miguel Ángel.
Se encuentra a la derecha de la Basílica de San Pedro y es conocida en todo el mundo por ser la sala en la que se celebra el cónclave( reunión en la cual los obispo del mundo eligen al nuevo Papa) y otras ceremonias oficiales como las coronaciones papales, pero originalmente servía como capilla al interior de la fortaleza vaticana.
También es muy famosa por la espléndida colección de frescos ( pinturas realizadas sobre una superficie cubierta con una delgada y suave capa de yeso, en la cual se va aplicando cal apagada y cuando la última capa está todavía húmeda, se pinta sobre ella. Al secarse la cal, los pigmentos quedan integrados químicamente en la propia pared, por lo que su durabilidad se vuelve muy alta).
En su decoración trabajaron algunos de los más prestigiosos artistas del renacimiento italiano. Sandro Botticelli fue llamado en 1481 para realizar los frescos titulados Las pruebas de Moisés, El castigo de los rebeldes y La tentación de Cristo. Domenico Ghirlandaio pintó entre 1481 y 1482 la Vocación de san Pedro y de san Andrés. En 1481 Perugino recibió el encargo de realizar una serie de frescos, entre los que se encuentra la mejor obra de su primera época: Cristo entregando las llaves a San Pedro. En 1482, Cosimo Rosselli viajó a Roma en compañía de su discípulo, Piero di Cosimo, para trabajar en Capilla Sixtina. Pinturicchio también intervino en la decoración como ayudante de Perugino.
En 1505, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel la decoración de la bóveda. Desde 1508 hasta 1512, el artista florentino realizó algunas de las más exquisitas imágenes de toda la historia del arte, entre las que sobresalen las nueve escenas del libro del Génesis, comenzando por la Separación de la luz y las tinieblas y prosiguiendo con Creación del Sol y la Luna, Creación de los árboles y de las plantas, la Creación de Adán, Creación de Eva, El pecado original, El sacrificio de Noé, El diluvio universal y, por último, La embriaguez de Noé. Entre 1536 y 1541 pintó el fresco del Juicio Final, que decora el lienzo mural situado tras el altar. A ambos lados de Cristo, situado en el centro de la composición, están las almas que ascienden al cielo y los condenados que descienden al infierno. Una década después, el papa Pío V encargó al pintor Daniele da Volterra cubrir las desnudeces de las figuras de Miguel Ángel.
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